El ají, sabor que cura
Nutrición y fitness /
Desde hace más de 6.000 años el ají ha sido un condimento fundamental de las cocinas alrededor del mundo. Detrás de su sabor picante, que reta al paladar con su ardor, se esconden múltiples propiedades medicinales que hacen de este fruto un botiquín en miniatura.
La noche del 10 de abril de 2009 en Jorhat, una localidad en el nordeste de la India, la joven Anandita Dutta Tamuly se dispuso a ingerir la mayor cantidad de ajíes en el menor tiempo posible. Su misión era clara: ser reconocida por el Récord Guinness como la persona que más picante come en el mundo, título que en años anteriores había estado en manos danesas, surafricanas y, por supuesto, mexicanas. Sin chistar, la mujer de 26 años se tragó en menos de dos minutos 51 frutos de Naga jolokia, una variedad local de ají diminuta, cuya forma se asemeja bastante a una lengua humana palpitante y muy roja. Cuando se le preguntó por la sensación de estos frutos en su boca, Anandita confesó que jamás ha sentido molestias, irritación, ni siquiera calor en su paladar cuando los come. “Lo hago desde los cinco años”, añadió, “mi madre untaba pasta de ají en mi boca para curarme las llagas y desde entonces me encanta”.
La receta de la madre de Anandita era efectiva porque el ají, también conocido bajo el género botánico Capsicum —que engloba las 40 especies de chiles, pimientos y guindillas que sazonan platos alrededor del mundo— es reconocido por sus propiedades analgésicas. Esto se debe a la capsaicina, compuesto activo del picante que solo irrita los paladares mamíferos y que ha sido incorporada en el tratamiento de lumbalgias, dolores neuropáticos y enfermedades relacionadas con la diabetes. Además, estudios del Reino Unido han encontrado también que este componente puede eliminar células cancerígenas en el pulmón y el páncreas sin dañar otras células.
Al ser rico en vitamina C, potasio, magnesio y hierro, pareciera que el ají pudiera ser remedio para todo. Sus propiedades medicinales abarcan desde la estimulación del apetito hasta la cura de la depresión. Los médicos ayurvédicos certifican sus propiedades afrodisíacas al estimular el espíritu y la sangre, mientras que unos estudios recientes de la Universidad de Toronto sostienen que sus semillas, ricas en ácidos poliinsaturados, pueden ayudar a disminuir el riesgo de trombosis. Y aunque hay muchos mitos alrededor de lo perjudicial que puede resultar el consumo del picante para el sistema gástrico, la verdad es que su alto contenido de fibra vegetal favorece la movilidad intestinal y estimula la secreción de jugos gástricos que ayudan a prevenir la gastritis.
Arqueólogos e investigadores de la Universidad de Calgary recientemente descubrieron que el primer fruto de ají se originó hace más de 6.000 años en Ecuador. Su cultivo en América por parte de los aztecas y los incas y su uso como condimento por estas culturas antiguas ha sido ampliamente documentado. Cristóbal Colón llevó esta planta a Europa y se la ofreció a los reyes de España como un sustituto de la pimienta, que para la época era un condimento escaso y muy costoso. Como relata Francisco López de Gómara en su Historia general de las Indias, “probaron el ají, especia de los indios que les quemó la lengua”. Así fue como este fruto se abrió un lugar en las rutas comerciales y dejó de ser un ingrediente exclusivo de la cocina americana para convertirse en sazón fundamental de la cocina asiática e india.
Si usted todavía no se atreve a incorporar al ají como parte de su dieta, recuerde que hay varios trucos para matizar el ardor del picante. Solo debe tomar una bebida helada, llevarse una pizca de sal a la lengua o beber un vaso de leche para neutralizar la irritación. Tal vez con la práctica pueda superar el Récord Guinness que hizo célebre a Anandita.