Las manchas en la piel
Consejos del doctor, Adultos mayores /
Lunares, pecas y manchas son signos naturales de envejecimiento de la piel, pero también de descuido al exponerse al sol o de cambios hormonales, como los que ocurren durante el embarazo. Tenga en cuenta estas recomendaciones.
Aplíquese protector solar todos los días
Las estadísticas no pueden ser más contundentes: entre los 30 y 40 años, un 35 por ciento de las mujeres presenta manchas y oscurecimiento en la piel; cumplidos los 45, el problema afecta a más del 60 por ciento. En el trópico, la radiación que recibe la piel al realizar las actividades diarias (sin exponerse directamente a los rayos del sol) es suficiente para garantizar la síntesis de la vitamina D, ayudar a fijar el calcio, regular el ciclo del sueño y levantar el ánimo. Pero cuando se abusa, los rayos ultravioleta comienzan a dañar las células de la piel.
Una persona puede estar expuesta al sol entre 10 minutos y una hora sin que le pase nada. Todo depende del tono de piel. Las personas rubias de tez clara son las más sensibles a los rayos solares, mientras que las morenas se queman con mayor dificultad. Por eso la industria cosmética, de la mano con la comunidad científica, diseñaron los filtros con factor de protección. ¿Qué significa? Es el tiempo que el producto permite que la persona esté al sol sin quemarse. Por ejemplo, si normalmente su piel se enrojece después de 15 minutos al sol, con una crema que tenga un factor de protección solar (SFP, por las siglas en inglés) de 10, podrá estar al sol 150 minutos sin ningún problema.
La recomendación general es emplear un filtro solar todos los días con un mínimo rango de protección de 30, así el día esté nublado o lluvioso. Además, los dermatólogos recomiendan repetir la aplicación después de cinco o seis horas, a medida que el sudor y la polución ambiental hacen que se pierda la protección.
No abuse de los peelings y procedimientos exfoliantes
Cuando las manchas son provocadas por el sol y el paso de los años, se pueden minimizar con tratamientos como un peeling, ya sea mecánico, químico o con láser. El primero retira la capa superficial de la piel mediante la abrasión hecha por partículas de piedras o cristales. El segundo emplea ácidos (como el glicólico) para que la piel se descame, y el láser fragmenta el pigmento de la mancha con impulsos de luz. Debe tenerse en cuenta que con cada exfoliación se eliminan nutrientes y sustancias protectoras de la piel, haciendo que el rostro quede más sensible a la luz del día y a la artificial. Por eso, exfoliar la piel más de la cuenta favorece la aparición de nuevas manchas. Es mejor no hacerlo más de una vez por semana, y si la piel es delicada, no más de dos veces al mes.
Cómo atenuar el envejecimiento de la piel
El envejecimiento cutáneo es un proceso complejo y silencioso en el que se experimentan cambios en la piel a lo largo de los años. Es el resultado de un destino implícito en la memoria genética de las células que tienen programado su duración, pero también de la interacción con factores ambientales como lo son la radiación ultravioleta (sol, cámaras bronceadoras), el humo del tabaco, los gases de los automóviles y los desechos industriales. También influye el estilo de vida en cuanto a hábitos dietarios, ejercicio, calidad del sueño y el estrés cotidiano.
Los principales cambios de la piel al envejecer incluyen: la disminución de su grosor, el déficit en la irrigación sanguínea, la menor cantidad de células productoras de pigmento (melanocitos), deterioro y disminución del colágeno, glándulas sebáceas o sudoríparas escasas. Esto implica alteración en la cicatrización, mayor susceptibilidad al daño solar, disminución de producción de vitamina D, fragilidad circulatoria, menor cantidad de sebo y sudor y mayor riesgo de cáncer de piel.
En la evaluación se observa la piel seca y pálida, aumento de arrugas finas y surcos profundos, piel delgada y frágil o con engrosamientos irregulares, piel flácida (en parpados, mejillas, papada), poros dilatados y mayor susceptibilidad a la aparición de tumores benignos (queratosis, verrugas seniles, fibromas) o en menor proporción de tumores malignos. Todos estos cambios son especialmente visibles o marcados en las zonas mas expuestas al sol, en personas fumadoras y en quienes nunca tomaron medidas preventivas. Se dispone de recomendaciones para prevenir o mitigar estas expresiones.
Existen estrategias de prevención primaria, que son el paso inicial antes de que aparezcan las manifestaciones del envejecimiento o que sirven para retardar su progresión. Consisten en una adecuada protección solar (uso de cremas, prendas y un adecuado comportamiento frente a la exposición solar) y los hábitos de vida saludables, especialmente una dieta balanceada y baja en calorías. La prevención primaria es la piedra angular y debe acompañar a las demás medidas.
Las medidas secundarias son útiles cuando las manifestaciones del envejecimiento cutáneo son tempranas, de tal forma que se puedan revertir o evitar su empeoramiento. Tienden a ser más costo efectivas, de uso cotidiano, de fácil cumplimiento y con un resultado final satisfactorio, sin cambios drásticos pero altamente significativos. Existen innumerables productos entre los que se encuentran los derivados de la vitamina A (o retinoides), compuestos derivados de productos frutales (o alfa hidroxiácidos), antioxidantes tópicos (vitamina E, vitamina C, entre otros), hidratantes o emolientes, coenzima A, suplementos orales, etc.
La elección de los productos se debe inclinar hacia los que presenten respaldo científico en sus resultados clínicos y de laboratorio. Entre estos se destacan las sustancias tópicas que contengan derivados de la vitamina A o moléculas (péptidos) que estimulen la síntesis de proteínas en la piel o relajen los músculos de la expresión facial. Esto lleva a la mejoría del grosor cutáneo, mayor tonicidad, reducción de los surcos y relajación de las líneas de expresión.
Por ultimo están las intervenciones terciarias o de recuperación del envejecimiento cutáneo, que incluyen los procedimientos correctivos usualmente invasivos en los que se busca atenuar o revertir parcialmente el daño avanzado de la piel. Tales medidas incluyen el uso de peelings químicos, dermoabrasiones, uso de láseres ablativos y no ablativos, toxina botulínica, relleno de tejidos blandos, hilos de sustentación y cirugías plásticas.
Lo ideal es que estas prescripciones y procedimientos sean realizados o indicados por profesionales idóneos y legalmente autorizados, para obtener los mejores resultados finales y así reducir al mínimo las posibles complicaciones.
No culpe al hígado. Existe la creencia de que la piel se mancha por el mal funcionamiento del hígado. Lo cierto es que muchas de las manchas oscuras aparecen por la sobreactividad de los melanocitos (células que producen la melanina, encargada de dar el color al a piel y los ojos) cuando son estimuladas por los rayos solares, y no por problemas digestivos o hepáticos. Por lo tanto, es una cuestión genética y de exposición al sol.
Hay otras manchas que aparecen exclusivamente en las mujeres: son las que salen durante el embarazo o cuando se consumen anticonceptivos. Estas manchas son consecuencia de los cambios hormonales, y, por fortuna, desparecen después del parto o tan pronto se suspenden los anticonceptivos.
Cuidado con los aclaradores de piel. Dado que en el mercado existen muchos productos exfoliantes naturales de venta libre, es indispensable revisar que el que se compre esté aprobado por el Invima, que haya sido probado científicamente en diversos tipos de piel y que esté respaldado por un laboratorio conocido. Con ese fin es obligatorio leer la letra pequeña de las etiquetas. En cuanto a remedios caseros, no se recomienda emplear agua oxigenada o mascarillas con jugos ácidos, como el limón con sal o bicarbonato para tratar de aclarar la piel, debido a que son sustancias irritantes y pueden dejar cicatrices. Para no correr riesgos y vigilar que no aparezcan alergias o irritaciones, los procedimientos abrasivos deben ser realizados por el dermatólogo.
Protéjase del sol después de la cera. La depilación, sin importar el método que se utilice, es una agresión para la piel. Por eso conviene no exponerse al sol dentro de las 24 horas posteriores a la depilación, para prevenir las manchas. Después del procedimiento, junto con
el humectante se debe aplicar un filtro solar con un factor de protección alto en la zona depilada. Con el ánimo de reparar la piel, a veces se aplican extractos naturales de flores y plantas, porque se consideran inofensivos. Tenga cuidado, porque estos productos pueden contener ingredientes irritantes como alcohol, fragancias o ciertos conservantes. Lo mejor es pedir la asesoría de un especialista para saber cuáles son los indicados para su tipo de piel.