Nací en La Habana, Cuba, pero ahora orgullosamente considero a Tampa mi hogar. Mi camino hacia el campo de la medicina fue inspirado por ver a mis abuelos luchar por acceder a servicios de salud esenciales. Para mí, la medicina no es solo un trabajo; es una verdadera vocación. Valoro las relaciones duraderas que he construido con mis pacientes y sus familias a lo largo de los años. Me llena de alegría cuando se refieren a mí como “mi doctora”. Con cada paciente, me tomo el tiempo necesario para entender su salud, sus necesidades médicas, la dinámica familiar y el contexto social. Un buen día para mí es cuando puedo satisfacer todas las necesidades de mis pacientes y se van con una sonrisa. En Sanitas, vamos más allá de sus expectativas para que nuestros pacientes se sientan cómodos. Priorizamos la disponibilidad, dedicamos tiempo de calidad a cada persona y nos enfocamos en la prevención para ayudarles a llevar vidas más saludables. Cuando me quito la bata, me encanta viajar y sumergirme en diferentes culturas con mi familia. Estas experiencias enriquecen mi perspectiva y mejoran mi capacidad para conectar con mis pacientes.