Como médico, trato a mis pacientes de Sanitas como si fueran parte de mi familia, con una atención individualizada y un trato digno. Los escucho y los conozco para poder determinar sus inquietudes y el plan de tratamiento que funcionará mejor para ellos. Es un buen día en el trabajo cuando sé que ayudé a alguien y lo hice sentir mejor. Incluso a los 12 años, sabía que ser médico era el camino de mi vida. Estudié y trabajé duro para alcanzar mi objetivo y soy recompensado cada día que practico la medicina. Después de que mi esposa se jubilara, fuimos padres adoptivos en Rhode Island. Adoptamos y criamos a nuestra hija que ahora tiene 9 años. Ella es un tesoro que nos mantiene jóvenes y nos trae una gran alegría. En mis días libres, disfruto ayudar con los estudios académicos de mi hija y andar en bicicleta y hacer kayak con ella.