El dolor de espalda

Consejos del doctor, Adultos mayores, Nutrición y fitness / Revista Bienestar Sanitas Ed.129

El dolor de espalda

Se calcula que el 90 por ciento de la población adulta sufre de dolor lumbar en alguna época de la vida, en especial entre los 40 y 50 años, justo cuando la productividad laboral es mayor. Por ser tan común son frecuentes los remedios caseros, que pueden resultar más nocivos que la propia dolencia. Un repaso.

Automedicarse

La espalda es una zona compuesta de huesos, discos, ligamentos y músculos que la hacen muy flexible, pero también débil y vulnerable. Por tratarse de una estructura tan compleja y delicada, las causas del dolor de espalda pueden ser muchas. La mayoría de las veces se trata de malos hábitos posturales, movimientos inadecuados y sobreuso al cargar peso, pero también puede deberse a una hernia discal, al desgaste de las vértebras por la edad, a la osteoporosis
o a algún tumor. Dice el neurocirujano Remberto Burgos que también hay que analizar si el dolor es leve o fuerte, permanente o intermitente, si se acompaña de hormigueo, adormecimiento o falta de sensibilidad de alguna extremidad. Por eso, es importante tener la valoración del médico antes de comenzar a tomar medicamentos por cuenta propia. Además, los antiinflamatorios no esteroideos, los analgésicos y los relajantes musculares pueden ser eficaces, pero deben ser prescritos por el médico, ya que pueden desencadenar molestias gástricas.

Clave: cuando el dolor es progresivo y los analgésicos “ya no funcionan”, probablemente se trate de una lesión que va en aumento. Se debe investigar un tumor en la columna.

No parar. Mientras hay dolor, no 
es conveniente hacer ejercicio. Se debe esperar a que el dolor disminuya para empezar a hacer ejercicios de fortalecimiento de los músculos de la espalda y el abdomen, ya que es lo único que puede evitar que el dolor reaparezca con mayor frecuencia. Existen programas de ejercicios diseñados para cada caso, que tienden a fortalecer los músculos dorsales y abdominales. Tan pronto el dolor haya desaparecido, hay que establecer una rutina de actividad física para evitar el sobrepeso, mantener los músculos fuertes y aliviar el estrés emocional. El sedentarismo no solo es perjudicial para la espalda, sino para todos los demás órganos del cuerpo.

Clave: mientras haya dolor intenso, es fundamental el reposo. Después, hay que tomarlo con calma, pues el programa de reacondicionamiento muscular exige disciplina y perseverancia.

Guardar cama 

Si bien es cierto que hay que reposar, no es bueno acostarse a esperar que el dolor desaparezca. Para el doctor Burgos, los largos períodos en cama retrasan la recuperación y hacen que el dolor reaparezca. Si el dolor es muy intenso, se pueden tener breves intervalos en la cama, pero no por más de un par de horas. Si es posible, se pueden dar caminatas suaves para favorecer la mejoría. La idea es tratar de mantenerse tan activo como sea posible y aumentar progresivamente la actividad física en cuestión de días o semanas.

Clave: el colchón debe ser cómodo, pero firme para que permita mantener las curvas fisiológicas de la espalda.

No considerar la terapia térmica

Los pañitos de agua tibia (en realidad, un poco más caliente) y el hielo son de gran ayuda para reducir el dolor. El frío es útil para reducir la inflamación, mientras que el calor mejora la circulación y reduce los espasmos musculares. Se debe empezar colocando frío por siete minutos, luego calor por 15 minutos y terminar con otro intervalo de frío, y repetir varias veces al día. Hay que advertir que nunca se debe aplicar frío o calor directo sobre la piel.

Clave: el hielo es el mejor aliado durante la fase de más dolor.

Seguir con los mismos vicios posturales

La postura corporal es un determinante clave de la buena salud de la espalda. Los correctores de postura no son para todo el mundo y, por eso, no se recomienda adquirirlos sin la indicación médica. Se emplean cuando hay desviaciones de la columna para ajustarla y posicionarla en su sitio, pero no resuelven el problema si no se fortalecen los músculos y se corrigen los malos hábitos. Si se toman medidas como dormir sobre un colchón ortopédico, no levantar objetos pesados, cambiar de posición con frecuencia, recostar la espalda en el espaldar de la silla y caminar de forma erguida, no habrá que cargar con esa cruz a cuestas.

Clave: no existe faja, corsé o corrector mágico. El truco para la mejoría son la disciplina del ejercicio dirigido y la constancia en la educación muscular.

No consultar con el médico

Más del 
85 por ciento de los dolores de espalda, conocidos como lumbalgias, es provocado por el estilo de vida y malas posturas. Por eso, suelen mejorar cuando
 se corrige la postura, se fortalecen los músculos y se suministran analgésicos y medicamentos que relajan los músculos. En casos excepcionales, se recurre a procedimientos quirúrgicos para restablecer alguna estructura de la espalda, como tratar las hernias discales, para erradicar un tumor o algún otro problema que pueda irradiarse a la espalda. De todos modos, hay que consultar si el dolor se hace más fuerte, si reaparece o comienza a interferir con las actividades diarias.

Clave: siga las instrucciones de fuentes idóneas y no crea todo lo que le dicen. 

NO DÉ LA ESPALDA 

El precio de que el hombre haya dado el paso evolutivo de caminar en dos pies lo ha asumido la columna vertebral. Para ayudarle, tenga en cuenta:

  • Doble las rodillas, no la espalda cuando levante objetos. Haga el esfuerzo con las piernas y sostenga los objetos cerca del cuerpo. Levántelos solamente a la altura del pecho. Súbase en una banca, si es necesario, para alcanzar el objeto.
  • No permanezca mucho tiempo en la misma posición. Si está de pie, alterne el peso del cuerpo sobre cada pie.
  • Camine con la cabeza levantada, el mentón hacia abajo y la mirada horizontal. El estómago debe estar hacia dentro y los dedos de los pies, estirados.
  • Use calzado cómodo, con tacones bajos.
  • Siéntese en una silla con la espalda recta, que le permita poder apoyar los pies en el suelo, con las rodillas formando un ángulo de 90 grados. No use sillas altas ni reclinables, donde los pies permanezcan colgando y usted retirado del escritorio o la mesa. Levántese de la silla cada media hora para caminar un poco y realizar ejercicios de estiramiento, antes de volver al mismo sitio.
  • Duerma sobre un colchón firme, ojalá de medio lado y con las rodillas dobladas. Si duerme de espalda coloque una almohada debajo de las rodillas, y si lo hace boca abajo, colóquela debajo en el abdomen. Lo mejor es dormir en posición fetal, con la columna en completo descanso y con una almohada que logre ocupar el mismo espacio que existe de la oreja al hombro para que la columna no se desvíe.
  • Conduzca con las rodillas un poco flexionadas y los brazos relajados y las manos como un reloj ubicado a las 10 y 10. El apoya cabeza debe estar un poco retirado del cuello, sin tensionar los músculos de esta zona.